Las infecciones nosocomiales que se desarrollan como resultado de una estancia en el hospital o que se producen por microorganismos y virus adquiridos durante la hospitalización, pueden tener varias rutas de transmisión diferentes: contacto, gotitas, aire, agua, alimentos o vectores de enfermedades que transportan y transmiten un patógeno infeccioso, o la sangre.
Las rutas de transmisión se dividen en dos: transmisiones directas o indirectas. La ruta de transmisión directa de un agente infeccioso presente en el cuerpo de un paciente, a través del contacto con la piel o membrana mucosa, es una transmisión de humano a humano. Además de la propagación paciente a paciente, pueden estar implicadas otras fuentes de contaminantes, incluyendo personal del hospital, estudiantes de medicina o visitantes.
En la transmisión indirecta el contaminante se transmite de otra fuente dentro del hospital al paciente. La fuente puede ser agua contaminada, alimentos o estructuras deficientemente desinfectadas, mobiliario o suministros y accesorios que se utilizan de paciente a paciente. Una fuente de contaminación también puede ser un vehículo, que es un portador que transmite el contaminante a un paciente. Una de estas fuentes es el aire interior contaminado. Los contaminantes pueden originarse de humanos dentro de las instalaciones, o incluso de las estructuras del edificio, como por ejemplo conductos de ventilación de aire que se hayan limpiado deficientemente.
Los contactos entre pacientes, pacientes y trabajadores sanitarios y entre trabajadores sanitarios representan una de las rutas importantes de transmisión de infecciones contraídas en el hospital (HAI). La otra ruta de transmisión no tan reconocida es el aire. Una descripción y cuantificación detalladas de las rutas de transmisión en hospitales proporcionan información clave para epidemiología HAI.
Las nanopartículas pueden permanecer en el área durante mucho tiempo, lo que genera importantes problemas nosocomiales.
En la contaminación del aire, los microbios se transmiten en pequeñas gotitas, especialmente al toser o estornudar por polvo o partículas de caspa. Mediante la circulación de aire, los microorganismos permanecen suspendidos en el aire durante largos periodos de tiempo y pueden propagarse fácilmente. Los microbios pueden propagarse dentro de la circulación de aire durante largas distancias, terminando en membranas mucosas de las personas. Los virus respiratorios se consideran cada vez más como patógenos significativos, ya que sus rutas de transmisión no se basan en la transmisión por contacto, y se transmiten rápidamente a distancias considerables. La transmisión de larga distancia se produce a través de la propagación de pequeñas gotitas (diámetro medio <5 μm).
Dada la relativa facilidad con la que se propagan y su tiempo de incubación relativamente corto, estos virus pueden dar lugar a problemas nosocomiales significativos.
Un paciente con una infección conocida o sospechada que se propague por el aire, puede presentar un riesgo potencial para otros pacientes y el personal, y podría servir como una fuente puntual de brote nosocomial, ya que las micropartículas pueden mantenerse en el aire durante mucho tiempo, y pueden desplazarse largas distancias. La concienciación del potencial riesgo y conocimiento de la naturaleza del contaminante implicado y su probabilidad de transmisión pueden conducir a la necesidad de aislamiento inmediato de habitaciones individuales. Aunque resulta bastante difícil prever los brotes nosocomiales, la diversidad de las distintas infecciones sospechadas requiere habitaciones aisladas. En estos casos, resulta fundamental que esté disponible una sala de vacío con una presión negativa para que pueda detenerse la propagación de microbios y puedan eliminarse.
En un mundo ideal, los pacientes infectados se alojarían en habitaciones separadas, con su propio personal dedicado de enfermería. En el mundo real, la carencia de camas y personal suele requerir un compromiso. Esto puede implicar la selección de diferentes secciones de una única sala, provocando una situación en la que resulta difícil garantizar que se cumplan estrictamente protocolos de control de infecciones. Especialmente las que proceden de patógenos en el aire.
La importancia de estrategias y directrices de prevención ante infecciones transmitidas por el aire
El control de las infecciones contraídas en el hospital (HAI) se basa ampliamente en procedimientos preventivos derivados del mejor conocimiento disponible de las rutas potenciales de transmisión. La descripción precisa de los patrones de contacto y posibles fuentes de infección resulta fundamental ya que ayuda a comprender las posibles dinámicas de transmisión y los principios de diseño de las medidas de control adecuadas.
Por lo tanto, las medidas de control de infecciones ambientales son principalmente métodos para proteger al paciente de la transmisión de microorganismos y virus en el aire. No debe ignorarse la importancia de disponer de un método para reducir la transmisión de contaminantes a través del aire, con directrices detalladas en los hospitales. El uso de equipamiento de protección personal protege a los trabajadores sanitarios de la exposición a microorganismos en los centros de atención médica. Aunque esto no es suficiente, ya que no protege a los pacientes inmunocomprometidos de infecciones transmitidas por el aire.
Una descontaminación del aire es la forma más eficaz del control de infecciones transmitidas por el aire para detener la transmisión y brote nosocomial. Si se adopta un método integral, deben considerarse ambos modos de operación al crear procedimientos preventivos en áreas críticas contra infecciones transmitidas por el aire.
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